He perdido todo el interés en seguir con mi blog. Al comienzo del mismo, y según mi declaración de principios, la lectura de las columnas de esos personajes impresentables, incluso la sola visión de sus nombres, me estimulaba para redactar mis "réplicas", pero una vez comprobado que sus respectivos discursos son siempre una repetición (no en cuanto al tema, si en cuanto al propósito), y que ni literariamente ni en cuanto a significado tienen relevancia alguna... pues eso, que me resulta insoportablemente aburrido leerles y, por supuesto, "replicarles".
De todas formas, en esta mi última entrada, no quiero dejar pasar la ocasión para agradecer al azar que esos personajes existan. Uno a uno, y en su conjunto, representan todo lo que yo no querría ser jamás: además de malos literatos (todos ellos me recuerdan las redacciones de colegio a nivel de un mal bachillerato), son perversos, fatuos, afectados, impostados en voz o escritura, manipuladores, calumniadores, y, aparte de muchas otras características repugnantes, feos por fuera.
Gracias, Federico Jimenez Losantos; gracias Fernando Sánchez-Drago; gracias Cesar Vidal; gracias Carlos Cuesta; gracias Pio Moa; gracias Dávila, Ussia, y tantos otros, que por comparación hacen mejor al género humano.
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