Aunque con la nariz tapada, nunca puedo dejar de leer las columnas de ciertos personajes colaboradores de El Mundo. Llámese morbo, lo mismo que me impulsa a ver algunos minutos, algunos días, de los programas de telebasura de T5 y A3. En mi descargo diré que lo hago para comprobar si siguen existiendo o, por fin, han dejado de infectar al personal.
Así he tenido la oportunidad de leer la columna que Salvador Sostres publica en el diario El Mundo hoy, 27 de octubre de 2011. Mis conclusiones:
Primera, que tengo que reconocer que es una columna muy bien redactada, y con una estructura casi perfecta.
Segunda, que tiene toda la pinta de que Sostres se haya hartado de aguantar tirones de orejas y coscorrones de su mujer.
Tercera, que al margen de que pueda redactar bien, y de su derecho a quejarse si alguien le trata mal, sus columnas siguen siendo vomitonas.
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